Te presentamos una pequeña guía sobre el porno vengativo, la cultura de la violación y otros términos de violencia contra las mujeres.
Nos hemos acostumbrados a asociar la idea de “violencia” a un acto físico como una violación o una paliza.
La realidad es que existen muchos otros tipos de acoso más sutiles, a veces difíciles de detectar, pero extremadamente generalizados y peligrosos.
La venganza porno se define como el intercambio no consentido de material íntimo.
Muchos prefieren utilizar otros términos, como “abuso basado en imágenes”, porque la connotación de “venganza” podría llevar a justificar este tipo de acciones.
En Italia, sin embargo, éste es el término más extendido, también a raíz de los diversos proyectos de ley de los últimos años que han llevado a tipificar oficialmente como delito la pornografía vengativa.
Según el artículo 612 ter del Código Penal, hoy en día difundir material íntimo sin consentimiento se castiga, por tanto, con penas de prisión de uno a seis años y multas de 5.000 a 15.000 euros.
Uno de los principales vehículos de difusión del porno vengativo es Telegram, donde desgraciadamente existen varios grupos en los que los usuarios intercambian a diario material íntimo, a menudo incluyendo pornografía infantil.
La culpabilización de la víctima se define como la actitud por la que se tiende a culpar a la víctima de un delito, dividiendo la responsabilidad entre la víctima y el agresor.
Ejemplos de culpabilización de la víctima son las preguntas que suelen hacerse a una víctima de violencia sexual sobre la ropa.
En varios casos, este mecanismo ha dado lugar a sentencias que han causado mucha discusión, como la que absolvió a un violador en Perú porque la víctima llevaba bragas rojas, señal según los jueces de que la mujer estaba por tanto “disponible para el sexo”.
Afortunadamente, la sentencia fue rechazada posteriormente.
En Italia, la llamada “sentencia de los vaqueros” en 1999: en ese episodio, según el Tribunal de Casación, la agresión sexual no pudo haber tenido lugar porque la víctima llevaba unos vaqueros ajustados, que no podían quitarse “sin la cooperación de la usuaria”.
Estrechamente relacionado con la culpabilización de la víctima está el fenómeno llamado “slut shaming”, que vemos sobre todo en episodios de pornografía vengativa.
Cuando un determinado tipo de contenido íntimo se difunde sin consentimiento, se tiende a acusar a la mujer alegando que ella no debería haber hecho/enviado esas fotos o vídeos.
El Slut Shaming tiene sus raíces en una sociedad machista, que alaba la masculinidad en los hombres pero, por el contrario, condena el deseo sexual femenino.
Las mujeres son consideradas culpables si viven plenamente su sexualidad, ya que significa transgredir el ideal de “pureza” al que deben estar sujetas.
Y es precisamente esto lo que sigue haciendo que ser víctima de la pornografía vengativa sea tan devastador para una mujer.
Cuando se difunde una foto o un vídeo íntimo, se tiende a alabar al hombre por su actuación y a criticar a la mujer por ser una zorra.
Hasta extremos paradójicos como en el caso de Turín.
La víctima del porno de venganza acabó siendo despedida porque algunos padres no pudieron tolerar que la profesora de sus hijos tuviera una vida sexual normal.
Los discursos de odio son expresiones verbales, escritas o simbólicas que promueven la discriminación, la violencia y el menosprecio hacia las mujeres.
Estos discursos se basan en estereotipos de género arraigados en la sociedad, perpetuando ideas y actitudes negativas hacia las mujeres y su rol en la sociedad.
Los discursos de odio contra la mujer pueden manifestarse de diversas formas, como insultos, amenazas, difamación y ridiculización, tanto en el ámbito público como en el privado.
Además de generar un clima de hostilidad y exclusión, estos discursos contribuyen a perpetuar desigualdades de género, limitando las oportunidades y los derechos de las mujeres.
Estos discursos refuerzan y normalizan la violencia contra las mujeres, fomentan actitudes y comportamientos denigrantes.
Todos los comportamientos descritos hasta ahora forman parte de algún modo de un contexto más general, denominado cultura de la violación.
Una sociedad que insulta a una mujer poderosa por ser mujer y no, por ejemplo, por sus capacidades reales, que acusa a una víctima de violencia de “habérselo buscado”, que denigra la sexualidad femenina como algo impuro.
Que utiliza herramientas como el porno de venganza para destruir la reputación de una persona, pone en práctica una larga serie de comportamientos inconscientes destinados a justificar siempre al hombre/patriarca.
Las raíces de esta narrativa tóxica se encuentran, de nuevo, en una sociedad machista que tiende a considerar a la mujer como un objeto sexual a disposición del placer del hombre, que hay que someter y controlar.
La violencia contra las mujeres también se considera un comportamiento “normal” en algunos casos:
Los piropos alusivos, los manoseos, las presiones en el trabajo, se han considerado durante mucho tiempo algo completamente natural, y sólo recientemente han empezado a encuadrarse como acoso.
El camino para superar la cultura de la violación será, por tanto, largo, y tendrá que pasar primero por la educación.
En Protection4Kids siempre hemos trabajado contra la violencia en línea: sólo en el último año hemos denunciado cientos de cuentas infractoras.
Si ha sido víctima de difusión no consentida de material íntimo u otro tipo de violencia en línea, póngase en contacto con nosotros por correo electrónico en info@protection4kids.com y uno de nuestros expertos le devolverá la llamada lo antes posible.
Este artículo ofrece una amplia sobre los distintos aspectos de la violencia contra las mujeres: